Soy 1 de 1o y tambien soy Creacion Admirable

Aloha, sabías que 1 de cada 10 mujeres vive con síndrome de ovario poliquístico o comúnmente conocido por sus siglas en inglés PCOS. Bueno, te cuento que  yo soy 1 de 10.   El PCOS no es solo un diagnóstico en un papel después de unos laboratorios; es una condición que toca el cuerpo, la mente y el corazón. Pero también ha sido un terreno donde Dios me ha recordado una y otra vez que mi identidad no está en ninguna estadística, ni condición, sino en lo que Él dice de mí. 

Este journey comenzó en plena adolescencia alrededor de mis 13 años, con dolores punzantes, ausencia de menstruación por periodos largos y sangrados excesivos e inesperados. A medida que pasaron los años, los síntomas aumentaron: fatiga constante, cambios hormonales, aumento de peso y una lucha con mi propio cuerpo que parece no tener fin.  En el  2019 enfrenté una temporada que parecía no acabar (en otro blog te lo cuento). Los médicos me decían que era el descontrol hormonal causado por el PCOS y que la solución era bajar de peso (como si fuera tan sencillo cuando la misma condición dificulta ese proceso), tomar hormonas y/o pastillas anticonceptivas, en fin, la misma historia triste y sin final.

Tenía el pensamiento constante de que había algo más. Visité un endocrinólogo reproductivo porque mi ginecólogo no tenía más opciones y, tras varios análisis y una biopsia, confirmó lo que el Doctor sospechaba: cáncer en el útero y luego en los ovarios, en otro blog te cuento más. Ese diagnóstico fue inesperado y en el peor momento en la cima de mi carrera profesional y cumpliendo metas junto a mi esposo, pero esto no definió quién soy en Cristo y para qué fui llamada. Sí, dejó huellas físicas y emocionales con las que todavía sigo trabajando y sanando, pero también abrió un espacio para ver la fidelidad de Dios en cada paso.

El PCOS no es solo un tema de ciclos menstruales irregulares. Es vivir con fatiga emocional y física, con la frustración de que el cuerpo no reacciona igual al ejercicio y a las dietas que el de otras personas, con la baja autoestima que producen los cambios en la piel y el crecimiento del vello facial.

También están los síntomas que pocos mencionan: la niebla mental, el temor constante de manchar la ropa en público, la inflamación que no se ve pero que duele. Ni hablar de sentir que el cuerpo no siempre responde en procesos biológicamente naturales, como la posibilidad de concebir al igual que el resto, lo que puede traer consigo frustración, infertilidad y pérdidas silenciosas difíciles de expresar. Son cargas emocionales que muchas veces se llevan en silencio, porque a veces no queremos seguir cargando a aquellos que están alrededor

A nivel social, todavía es difícil que el PCOS sea visto como una condición de salud seria. La falta de educación y de estudios científicos que respalden hacen que muchas veces se minimicen los síntomas o se reduzca todo al simple consejo de “bajar de peso”  La realidad es que no hay una cura definitiva, y cada mujer con PCOS enfrenta un camino distinto.. Pero esta condición es mucho más compleja y necesita comprensión, empatía y avances médicos que respondan realmente a las necesidades de quienes la vivimos. 

Recuerda siempre que una condición o situación no nos define. El PCOS puede afectar el cuerpo, pero no determina nuestra identidad, ni cancela los sueños que Dios ha depositado en nosotras.

En mi caminar, he aprendido la importancia de rodearme de personas que sean de apoyo. Mi esposo ha sido un regalo de Dios, recordando en los días difíciles que no camino sola. Tener una red de apoyo que valide lo que vivimos marca una gran diferencia. Y por encima de todo, he aprendido que mi valor no se mide por lo que logro con mi cuerpo, sino por lo que soy en Cristo. El PCOS puede hacerme sentir insuficiente, pero Dios me recuerda lo contrario:

Te alabo porque soy una creación admirable;
¡tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!
(Salmos 139:14)

Si tú también eres un 1 de 10, quiero decirte: no estás sola. Tal vez vivas con dolores que no se ven, con pérdidas que no puedes expresar, o con frustraciones que parecen no tener salida. Pero en medio de todo eso, recuerda que Dios te ve, te entiende y te sostiene. Eres amada, escogida y preciosa a Sus ojos. El PCOS puede ser parte de tu historia, pero no define tu destino. Tu vida tiene propósito, y en Cristo siempre hay esperanza.

En Owau creemos que aún en medio de diagnósticos, pérdidas y silencios, Dios sigue escribiendo historias de propósito y sanidad. Si eres 1 de 10, este espacio también es para ti.

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Donde mis ojos vieron ruinas, Tú viste propósito